domingo, 17 de agosto de 2008

LAS OLIMPIADAS

Usian Bolt es ahora el hombre más rápido del mundo después de que en el Estadio "Nido de Pájaro" en Beijing, corrió los 100 metros planos en 9 segundos 69 centésimas.

Allí estaban los mejores del mundo, pero sólo él, el más veloz, se llevó la medalla de oro.

Seguramente en algo exactamente así estaba pensando el apóstol Pablo cuando escribió en Corintios:

"¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis" 1 Cor 9:24

Pablo, que seguramente conocía las Olimpiadas griegas, precursoras de los Juegos Olímpicos modernos, prosigue:

"Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona incorruptible, pero nosotros, una incorruptible"

¡Qué interesante! Tal vez si Pablo estuviera aquí, estaría pensando hoy en cómo Michael Phelps se sacrificó entrenando todo el día 7 días a la semana durante 12 años para obtener las 8 de medallas de oro que acaba de ganar.

Pero lo más interesante es que la Biblia nos llama a ser como esos atletas.

¡Dios quiere que seamos super atletas olímpicos! ¡pero para el Reino de Dios!

Y es que si los deportistas hacen tantos sacrificios por obtener una medalla "corruptible", pasajera y simbólica, ¡cuánto más debemos los cristianos esforzanos por lograr las medallas celestiales!

No hay nada como la obra de Dios. Es lo único que será eterno y no pasajero y de todo lo que podemos hacer en este mundo, es en lo que más vale la pena invertir el tiempo.

Vamos, pues, a correr la carrera de Dios. Prosigamos a la meta, como dijo Pablo.

No olvidemos, que esta carrera, no es sólo de velocidad sino requiere paciencia y esfuerzo sostenido, como un maratón.

La ventaja es que Dios no sólo es el entrenador, es también quien va con nosotros y nos fortalece y es quien nos promete dar la victoria.

1 comentario:

Adán Cortés dijo...

Bien por ti hermano, tienes toda la razon y que buena ilustracion has usado,es verdad nuestra carrera no es de 100 metros es todo un maraton y habra momentos en que sentiremos que no podemos mas, pero el Señor nos anima a seguir y luchar por ese premio que no es corruptible.debemos segui adelante y orar cada dia de nuestra carrera y encomendarnos al padre.